Reseña: Nube negra: perros con suerte

Buenas olímpicos, feliz miércoles, ya es mitad de semana, y hoy un día no esperado, traigo una reseña de un libro que me ha encantado.

Les cuento un poco de este libro, que es mi primera lectura de colaboración con nuestros queridos amigos de Wave y ha sido una lectura sorprendente, llena de cosas ciertamente reales, una historia que se basa en un mundo que está tratando de salvarse y con una población —juvenil entrando a la adultez— donde se comportan altamente acorde a los momentos que están afrontando, sabemos que en esta etapa encontramos momentos donde se puede ir de un estado anímico a otro en una fracción de minuto, y a pesar de eso, nuestros personajes, siempre, a pesar de todo, mantienen la compostura.

Ante todo, debo decir ¡wow! Es un libro de esos que me hacía falta leer. De esos, donde algunos diálogos o pensamientos me llegaron y me hicieron sentir cosas que solo escribir y leer lo que he escrito puede hacer, y eso olímpicos, no es fácil. ¡Gracias al Dios del chocolate que leí el libro!

El libro, acaba de entrar en mi lista de mejores del año😎. La narrativa es maravillosa, eso de leer sin encontrar errores por doquier es algo muy raro, porque hasta en los libros de las más prestigiosas editoriales se encuentran como arena en el mar. Pero, en este lindo libro, muy poco lo encontré.

En el año 2008 una siniestra nube negra oscureció el cielo de la

Tierra, cubriéndola de espesas cenizas. Tras ese desastre, los adultos comenzaron a perecer, muriendo unos tras otros como en un macabro castillo de naipes que se deshace con el aire.

Algo más de dos años después la vida sigue para los que han sobrevivido, aunque solo lo hace para los nacidos después del año 1983, y en un mundo que ha perdido cualquier tipo de gobierno o control, donde impera la ley del más fuerte, y en el cual las mujeres no pueden concebir vida.

Elizabeth Logan deja pasar los días encerrada en su torre de cristal, aislada del mundo bajo el cuidado de varios soldados y con los lujos de los viejos tiempos a su alcance, siempre a la espera de su marido John Benton, joven líder de unas de las agrupaciones militares mejor organizadas de lo que queda de humanidad.

Nathaniel Anderson, compañero de lucha y mejor amigo de John, no ha tenido tanta suerte, pues vive en un edificio de oficinas, un asentamiento y cuartel de supervivientes, saliendo al exterior solo para realizar las incursiones necesarias para que sigan subsistiendo.

La vida de Elizabeth y Nathaniel poco tienen que ver, sin embargo, están vinculadas en la distancia por dos cosas: un mundo devastado donde los peligros los acechan, y un hombre, John Benton. Cuando uno de estos lazos desaparezca, se verán forzados a unirse... aunque eso signifique el final y el principio de toda una nueva era.

«Ya nadie vive en las ciudades. O casi nadie. Apenas pequeñas camadas de cachorros humanos. Abandonados a su suerte, y cuyos instintos más animales han aflorado... nosotros, los que estamos aquí, tampoco somos tan distintos: solo somos unos perros con suerte.»

Los personajes👨👩👧👫👬👭:

Elizabeth, Lucia, Gloria, Tara, Nathaniel, Jhon, Piti, Andrew, son maduramente adecuados y perfectos para la trama del libro. No creo haber tenido un momento donde dijera ¿Cómo se le ocurre? ¿Qué está haciendo? O.… quizá sí, pero es que la situación lo ameritaba. Son chicos "adultos" y lo digo entre comillas por expresiones propias del libro, que aprendieron a las malas a vivir y convivir en momentos difíciles y a llevar a cabo tareas difíciles para cualquiera en su posición.

La historia📑:

Es una distopía muy personal y real, nada de cosas imposibles e irreales. Consideraría que tiene un cierto grado de romance que, de una u otra forma, mantiene la historia a un ritmo muy interesante. Ese conjunto de espacios y momentos en coordinación con el ambiente dado por la autora es simplemente magnífico. Atenea se levanta y aplaude 👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽

Lo que me gustó😀😍☺:

La pulcritud de los personajes, con cosas muy acordes a sí mismos, a lo que vivían, a lo que estaban atravesando en cada momento del libro.

La narrativa 😍, lo intuitivos y a la vez inocentes pero certeros que fueron cada accionar y antes que se me olvide, ¡Lassssssss cancionessssssss! Creo que es la primera vez, que voy leyendo con las canciones en el momento en que leo el nombre de ellas en el libro; lo usual, es que las anoto y al final las escucho, pero algo me hizo buscarlas y son simplemente idóneas, tanto que agregué algunas en mi playlist de lecturas.

Lo que no me gustó😟☹:

Que no tengo más del libro.

Quiero más. Deseo saber más de la historia.

Ese final fueeeeeeeeee de infarto, ok, los Dioses tenemos inmortalidad, pero altera nuestros corazones. –Atenea siendo dramática–

Una cosa sí me llamó muchísimo la atención y es el hecho que a medida que llegas aproximadamente a la mitad o así de la historia, esta se va poniendo un poco lenta, no me malinterpreten, pero eso creo que me hizo aflojar un poco mi lectura.

🍟🖤Plus🖤🍟

Ok, esto raramente pasará, a no ser que, como en este caso, el libro sencillamente lo amerite.

Los diarios. Esos momentos, donde Eli le iba explicando a Tara, según ella, para cuando fuera mayor, cosa que yo considero más como un medio de ella para describir con una excusa convincente todo por lo que estaba viviendo, es una cosa perfecta. La escritura es una terapia magnífica, y algo que me parece también muy interesante es que, en esos diarios, o espacios donde escribía en ellos, podíamos ver o saber un poco más de todo lo que ocurría.